Aunque todo eran huesos con algo de piel, se podía distinguir entre ellos si te fijabas.
Bailaban. O eso parecía. Movimientos pausados, lentos, provocando roces. Y ahí estaba ella, destacando como siempre. ¡Sus caderas de habían vuelto de goma!
Cómo no recordar tal escena, si añadimos que cada recuerdo suyo habita en mi corazón y mente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario